El nacimiento del CBGB y del punk neoyorquino
Escribí este artículo para El País Semanal en verano de 2015, cuando se cumplían 50 años de la inauguración del CBGB y una nueva generación de músicos germinaba en el downtown de Nueva York
En el inicio de 1974, con las torres del recién inaugurado World Trade Center convertidas en nuevo emblema urbano, Nueva York se precipitaba a la bancarrota. La crisis generada por el embargo de petróleo que los productores árabes impusieron a Estados Unidos y otros países occidentales vaticinaba un panorama económico poco halagüeño. Escándalos como el Watergate, o la adhesión de la millonaria heredera Patty Hearst al grupo terrorista que la secuestró, marcarían la actualidad nacional en los meses siguientes de un año en el que el crimen y las drogas fueron los asuntos que más preocupaban a los neoyorquinos. Una problemática que había convertido determinadas zonas de la ciudad en cementerios urbanos a los que no convenía acercarse. Situado en la zona sur de Manhattan, en la confluencia de Chinatown y Little Italy, el Bowery era una de esas áreas. Pobladas por indigentes, borrachos y camellos, sus poco acogedoras calles eran también un lugar barato para vivir. Docenas de jóvenes sin dinero recalaron allí, soñando con ser artistas en los mismos sitios que tan solo unos años atrás habían albergado a cantautores, poetas y músicos de jazz. 1974 fue el año en el que las sucias aceras del Bowery propiciaron una actividad que, en la llegada al barrio de William S. Burroughs, escritor que había reivindicado el despectivo vocablo punk en su obra, tuvo una señal profética.
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